Kawasan falls y primera inmersión en Malboal

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El lunes es fiesta en Barcelona, así que dejaré la entrada para el martes… Cada día recibo mensajes maravillosos de personas que han leído el final de la trilogía y se quedan con ganas de más.  De verdad, esta semana está siendo muy estresante por mil cosas y esos mensajes son aire fresco para mí.
Ayer nos quedamos en el final del barranquismo… Fue una experiencia adrenalítica, pero muy cansada. Al finalizar tocaba subir doscientos escalones por medio de la selva y acabé vomitando por el esfuerzo. Pero llegué de nuevo a la base, me subí con Àlex a una moto con conductor (sí, íbamos tres en la moto y sin casco) y nos cambiamos de ropa para poner dirección a las Kawasan falls.


Llegamos a un parking y el conductor nos llevó a comer en un restaurante que se encontraba en el camino a las cataratas. Era una cabañita de juncos donde nos dieron unos platos buenísimos.
Tras caminar un poquito nos encontramos con la cascada. Me decepcionó bastante, estaba llena a rebosar de chinos, había un chiringuito repleto de personas y apenas sitio para sentarse sin pagar.
Decidí no bañarme y les esperé leyendo. Sí, en este viaje leí doce libros, ¡una pasada! Mi familia se fue a hacer cuatro fotos, se metieron en el agua antes de regresar al parking para emprender la vuelta al hotel.


Cenamos otra vez en el mismo restaurante y nos fuimos pronto a la cama.
El día siguiente amanecí con unas agujetas alucinantes. ¡Y debía sacarme el Padi Open water! Estaba un poco atacada, no sabía si conseguiría meterme en el agua sin que me asaltaran las imágenes de lo sucedido. Desayuné bastante para tener el estómago lleno y me monté con mi familia en el transporte que el centro de buceo nos mandó al hotel.


Óscar Picó estuvo pendiente de nosotros desde que llegamos. La idea de ir sola con él me ayudó a vencer mis últimas reticencias para colocarme el neopreno, los pesos, la máscara, montar el equipo, colocarlo en mi espalda y caminar hacia el mar.
Esta vez entramos por la orilla, una extensión de roca que cubría poco. Avanzamos unos metros, nos metimos en el agua y llegamos a una pared vertical que bajaba hasta el fondo. Descender acompañada de esa pared llena de corales me ayudó a relajarme y llegué a los temidos dieciocho metros.


El fondo marino en Malboal es espectacular. Fuimos a ver las sardinas, pero no eran cuatro, sino bancos enteros. Parecía que estuviéramos en un reportaje del National Geographic. También nos encontramos una familia de tortugas y vimos un montón de peces.
Hice todos los ejercicios bajo el agua y cuando salí a la superficie estaba radiante de emoción. Solo me faltaba una inmersión para conseguir el título. ¡Había vencido el miedo!

¡Feliz día! J  

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