Open Water PADI (Malboal)
¡Buenos días! Me he pasado los
tres días de fiesta releyendo MVST, la historia de Swan y Steff. Ayer apenas
tenía la cabeza en las letras porque ya me lo sabía de memoria, pero a pesar de
mis intenciones de cambiare muchas cosas, solo pulí el manuscrito ya que la
historia me gusta tal cual está. Me queda el último de la serie, CDSFYST, el
que está más olvidado en mi mente y que seguro me llenará otra vez de esa fuerza
narrativa de cuando lo escribí.
Y entonces empezaré CEDNE, una
historia que lleva un par de meses gestándose en mi cabeza, un verdadero reto.
Quizás logre superarlo.
A veces lo importante es eso,
superar las adversidades, darle una dimensión diferente a los miedos y
vencerlos, enfrentarse a ellos, dar un salto y confiar en ti para avanzar. Y
eso es lo que hice en Malboal para sacarme el Open Water PADI. Me tiré a la
piscina sin mirar si había agua, me deshice del pánico de lo sucedido en
Malapascua y seguí adelante hasta conseguir el título.
Ese día comimos en un restaurante
frente al mar tras nuestra primera inmersión. He de admitir que estaba eufórica
porque no me esperaba conseguirlo con esa facilidad. Solo me quedaba una última
bajada sin ejercicios para ver cómo mi título era una realidad y me emocionaba
saberlo.
La tarde llegó con rapidez.
Tocaba volver a vestirse con el neopreno, cargar el equipo y caminar por la
orilla hasta un barco con mi familia. Fuimos a una zona preciosa, con
muchísimos corales y otra pared vertical que bajaba hasta las profundidades
marinas.
Esta vez buceé muy relajada.
Tenía los ojos muy abiertos por la asombrosa fauna que me acompañaba, sin dejar
de maravillarme con los peces multicolores, las tortugas que aparecían, los
corales que poblaban las paredes… Era como nadar en una pecera gigante y lo
mejor de todo fue que por fin sentía la emoción de hacerlo, estaba feliz, llena
de ilusión y con deseos reales de continuar explorando el fondo marino.
Bajé hasta diecinueve metros.
Seguí las normas de seguridad y las indicaciones de mi instructor. Me encontré
con mi familia a ratos y al subir a la superficie un poco más y lloro de
ilusión al saber que lo había logrado. Porque cuando superé lo sucedido en
Malapascua sentí que todo era posible.
Fue una sensación parecida a
cuando tras muchísimos años luchando conseguí ver mi primera novela publicada.
Y luego han venido mil instantes maravillosos. Con la Serie Sin ti he ganado muchísimas lectores, he recibido mensajes
increíbles y también algún que otro comentario negativo que he aprendido a
encajar. Y quizás ahora mismo no tengo claro mi futuro literario ni el de la segunda
parte de la serie, pero disfruto de cada momento con la emoción que merece.
El viernes Belén, la
administradora del blog Viajando a otros
mundos publicó una reseña de la serie que me arrancó sonrisas, lágrimas y
más de una emoción. (Enlace). Y es que a veces me bastan estos pequeños
reconocimientos para saber que vale la pena aporrear las teclas cada día para
crear mundos paralelos en el papel y regalárselos a los lectores.
¡Feliz día! J
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