Último día en Malapscua

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Este fin de semana me ha servido para tomar varias decisiones postergadas y darme cuenta de dónde estoy y a dónde quiero llegar. Quizás mi nuevo salto al vacío es un poco suicida, pero con mi experiencia anterior sé que es lo correcto. A veces es necesario dar esos pasos para avanzar, aunque sea en una dirección desconocida y al final pueda aplastarme contra el suelo.
El otro día nos quedamos en la vuelta de mi inmersión fallida…


Por la noche fuimos a cenar al Amihan restaurant, un italiano con preciosas vistas al mar. Estaba al otro lado de la isla y nos perdimos caminando hacia allí, apareciendo en el cementerio, que está en una playa solitaria frente a la arena. Íbamos con linternas para iluminar la noche y fue un poco surrealista surgir entre las lápidas.


La cena fue perfecta. Apareció nuestro instructor acompañado de su pareja y unos amigos. Acabamos la velada hablando con él, conociéndolo, explicándole mi idea para CEDNE y aprendiendo cosas de esas latitudes. Hablamos un poco de lo que me pasó, le quitamos importancia y me fui a dormir con la ilusión de empezar de nuevo al día siguiente, pero las pesadillas me asaltaron.


Me pasé la noche recordando el momento de la tos, la ansiedad, la sensación de estar sola y de que me iba a ahogar y cuando al día siguiente estaba a punto de tirarme de la barca me asaltó un ataque de ansiedad. Y no me tiré, me quedé en la barca, quitándome el equipo y llorando como una tonta por ese miedo absurdo. Y me pasó lo mismo en la segunda inmersión…
Pero a la hora de hacer el examen decidí realizarlo porque no podía dejarlo pasar, necesitaba encontrar la forma de superar mi miedo durante ese viaje porque estaba cabreada conmigo por ser tan tonta y quería sacarme el título antes de volver a Barcelona.


Pasamos la tarde encerrados en el cuarto del centro de buceo, contestando un cuestionario larguísimo… Hubo instantes de tensión, alguna que otra discusión entre nosotros y mucha concentración. ¡Y todos aprobamos con nota!
Por la noche cenamos en el Exotic, el restaurante de al lado de nuestro hotel. Fue un acierto porque todos los platos estaban buenísimos. Y nos fuimos pronto a la cama tras dejar las maletas hechas porque al día siguiente nos íbamos de esta preciosa isla.


Dormí con Irene ya que Àlex y mi marido decidieron adentrarse en la Deep adventure a las cinco de la mañana. Bajaron a treinta metros para intentar ver el tiburón zorro, un escualo que vive a muchísima profundidad y sube una vez al día a que los peces le limpien y a alimentarse.
Nosotras nos despertamos a las siete, nos duchamos, nos vestimos y caminamos por la arena hasta llegar al bar del centro de buceo, donde habíamos quedado con Joan, mi hijo y Chiqui para desayunar y rellenar los papeles del fin de curso. ¡No habían visto el tiburón! Y estaban bastante decepcionados…

¡Feliz día! J

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