Último día en Malapscua
¡Buenos días! Este fin de semana
me ha servido para tomar varias decisiones postergadas y darme cuenta de dónde
estoy y a dónde quiero llegar. Quizás mi nuevo salto al vacío es un poco
suicida, pero con mi experiencia anterior sé que es lo correcto. A veces es
necesario dar esos pasos para avanzar, aunque sea en una dirección desconocida
y al final pueda aplastarme contra el suelo.
El otro día nos quedamos en la
vuelta de mi inmersión fallida…
Por la noche fuimos a cenar al
Amihan restaurant, un italiano con preciosas vistas al mar. Estaba al otro lado
de la isla y nos perdimos caminando hacia allí, apareciendo en el cementerio, que
está en una playa solitaria frente a la arena. Íbamos con linternas para iluminar
la noche y fue un poco surrealista surgir entre las lápidas.
La cena fue perfecta. Apareció nuestro
instructor acompañado de su pareja y unos amigos. Acabamos la velada hablando
con él, conociéndolo, explicándole mi idea para CEDNE y aprendiendo cosas de
esas latitudes. Hablamos un poco de lo que me pasó, le quitamos importancia y
me fui a dormir con la ilusión de empezar de nuevo al día siguiente, pero las pesadillas
me asaltaron.
Me pasé la noche recordando el
momento de la tos, la ansiedad, la sensación de estar sola y de que me iba a
ahogar y cuando al día siguiente estaba a punto de tirarme de la barca me asaltó
un ataque de ansiedad. Y no me tiré, me quedé en la barca, quitándome el equipo
y llorando como una tonta por ese miedo absurdo. Y me pasó lo mismo en la
segunda inmersión…
Pero a la hora de hacer el examen
decidí realizarlo porque no podía dejarlo pasar, necesitaba encontrar la forma
de superar mi miedo durante ese viaje porque estaba cabreada conmigo por ser tan
tonta y quería sacarme el título antes de volver a Barcelona.
Pasamos la tarde encerrados en el
cuarto del centro de buceo, contestando un cuestionario larguísimo… Hubo
instantes de tensión, alguna que otra discusión entre nosotros y mucha
concentración. ¡Y todos aprobamos con nota!
Por la noche cenamos en el
Exotic, el restaurante de al lado de nuestro hotel. Fue un acierto porque todos
los platos estaban buenísimos. Y nos fuimos pronto a la cama tras dejar las
maletas hechas porque al día siguiente nos íbamos de esta preciosa isla.
Dormí con Irene ya que Àlex y mi
marido decidieron adentrarse en la Deep adventure
a las cinco de la mañana. Bajaron a treinta metros para intentar ver el tiburón
zorro, un escualo que vive a muchísima profundidad y sube una vez al día a que
los peces le limpien y a alimentarse.
Nosotras nos despertamos a las
siete, nos duchamos, nos vestimos y caminamos por la arena hasta llegar al bar
del centro de buceo, donde habíamos quedado con Joan, mi hijo y Chiqui para
desayunar y rellenar los papeles del fin de curso. ¡No habían visto el tiburón!
Y estaban bastante decepcionados…
¡Feliz día! J
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