El alcance de los sueños
¡Buenos días! Empieza un
sábado soleado, tranquilo y con muchas horas por delante para comprar regalos
de Navidad y pensar en la mejor manera de darle rienda suelta a mi imaginación
en la novela.
Hay tantas cosas que me
llenan la cabeza con sus ilusiones, tantos anhelos que me arrancan una sonrisa
de felicidad, tantos momentos intensos que deseo guardar en la memoria para
siempre… Quizás esa necesidad imperiosa de novelar mis creaciones internas no
sea más que una manera de vivir a través de los escritos las emociones que me
vapulean.
Estoy en un momento para
experimentar, dispuesta a darle cabida a otro tipo de personas en las novelas,
de intentar meterme en la cabeza de alguien muy distinto a mí. Lo intenté con
un hombre, con un protagonista masculino, y lo logré a medias. Por suerte tengo
mis lectoras beta que me ayudan a
cambiar mi percepción de Pablo.
Ahora me he trasladado a
una nueva localización geográfica, tal como me sugirió mi agente, he cambiado a
las personas cercanas a mi edad por otras más jóvenes y quiero que la
profundidad de sus personalidades traspase el papel. Me paso las horas del día
dándole vueltas a eso, con la intensidad de ideas que aparecen sin tregua para
pintar una Jessie y un Noah con matices interesantes.
A veces cuesta superar un reto.
Yo me propuse terminar tres novelas en un año, y lo cumplí antes de tiempo sin
demasiado esfuerzo. Ahora estoy metida de lleno en algo muy difícil para mí, un
cambio de registro, un giro hacia otra manera de narrar.
Es curioso cómo me alejo de
la novela fantástica, cómo aquella visión de los sucesos paranormales que
acompañó mis primeras creaciones se aleja de mí con tanta vehemencia. Ahora
quiero casos reales, sensaciones ciertas, instantes robados a una cotidianidad
más cierta de lo que a veces nos creemos.
Hay tantos acontecimientos
fuertes en nuestro entorno, tantos crímenes que permanecen impunes, tantas
personas con tendencias macabras… No hace falta recurrir a los dones de la
naturaleza para toparnos con sucesos interesantes y rocambolescos que puedan
salpicar las novelas.
Por eso ahora me nutro de
las noticias, de las realidades que aparecen plasmadas en un periódico, de las
atrocidades que la humanidad es capaz de cometer. Y mis personajes intentan
sustentarse en existencias alejadas de mi entorno, pero que muchas veces
conviven entre nosotros.
Ayer le decía a mi marido
que EDP no va a ser una novela fácil de escribir, que no va a llevarme
únicamente tres meses de trabajo y que pretende ser más intensa que las
anteriores. Él se rió y me contestó: «Vale, ¿qué tardarás, un mes más?»…
No lo creo, supongo que
para conseguir la tensión que tengo en mente me costará mucho más que eso. Sin
embargo, ¿qué más da? De momento mis escritos siguen inéditos, mis anhelos
intactos y mi futuro literario tan incierto como siempre.
Cambiarme de agencia fue un
subidón, al principio sientes que algo va a cambiar, que la vida dará un giro,
que al fin tienes algo sólido. Y sí, han cambiado algunas cosas, ahora hay una
relación más fluida y cómoda con mi agente, pero en el fondo sigo estando en la
línea de salida, en el lugar donde se inician los sueños para convertirse en
algo grande o desvanecerse en el olvido. Y solo el tiempo dirá dónde me
conducen los míos…
¡Feliz día! J
No tienes que desanimarte.Ya lo conseguirás. Antes de lo que te piensas.
ResponderEliminarNo estoy desanimada… :-)
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