Escribir...
¡Buenos días! Escribo
tarde, tras una clase de baile fantástica, una ducha y un ratito relajada en el
sofá, jugando con iPad para que mi cabeza encontrara el tono de esta entrada y
de la novela que tengo entre manos.
Soñar, ilusionarse, apostar
por un futuro mejor, sonreír… Hay tantas emociones y tantos actos conscientes
que nos ayudan a vivir experiencias maravillosas, tantos momentos en los que
solo importa el ahora para exprimirle el jugo hasta hartarse…
A veces los sueños duelen,
sobretodo cuando los deseas con tanta intensidad que necesitas tocarlos con las
manos. Con el tiempo he aprendido la mejor terapia contra esos sentimientos, la
única capaz de disociar mis anhelos de mi realidad.
Una sonrisa diaria, una
palabra de ánimo, un gracias, un darlo todo sin detenerse a pensar, un te
quiero… Cualquier pequeño gesto puede tranquilizar el espíritu y darte alas
para ser feliz, solo depende de ti.
Escribir para mí es algo
necesario, igual que lo es respirar, comer o dormir. Mi cabeza no para de
inventar, de perderse en los mundos imaginarios que crean laberintos
intrincados. Mis personajes crecen en mi interior, muestran su manera de
actuar, su personalidad, sus debilidades y sus virtudes a través de mis
sentimientos.
A veces cierro los ojos y
me traslado al lugar donde moran las historias, aterrizo en la piel de una
protagonista y le presto mis desvelos. Es perfecto caminar de su mano, observar
a través de sus ojos una realidad alternativa, sentir desde su interior las
pasiones, los miedos, las arremetidas de la aventura que le hago vivir.
Es tan difícil explicar esa
extraña simbiosis… Ayer me preguntaban cómo inventaba las tramas y yo les
insistía en que no lo hago de manera consciente, que es mi cabeza la que decide
los giros argumentales, es como si fuera un ente autónomo que me sorprende
incluso a mí.
Este año ha sido muy
fructífero, he escrito tres novelas en diez meses, he conseguido algo que hacía
tiempo tenía en mente, pero nunca lograba concretar por culpa de mis devaneos
con la fantasía: una serie de una policía, una que incluyera crímenes,
investigaciones y relaciones interpersonales.
Ahora estoy con algo
complicado, una novela donde la pasión desenfrenada es parte de la trama
principal. No renuncio a los crímenes ni a las tramas policíacas ni a indagar
en el fondo de los personajes. Intento mirarlos desde una perspectiva distinta
que otras veces, concederles un entono que es importante en su ahora y un
pasado oculto que deben encontrar.
Espero conseguir lo que me
propongo, aunque la escritura dure meses o años o un tiempo largo. No sé si
alguna vez veré en papel mis creaciones, si la vida tiene reservado un lugar
para mis novelas ni si conseguiré vivir de la literatura, pero el fuego de la
creación arde con intensidad en mi interior y no voy a permitir que se apague
sin darlo todo.
Seguro que vale la pena…
¡Feliz día! J
Imagínate a Dios como un gran lector que premia el talento de sus escritores favoritos ,no haciéndolos extremadamente ricos o populares y quizá ni siquiera interviniendo en favor de la publicación de sus inéditas obras , sino dándoles a sus historias el soplo de la vida real , es decir humanizándolas al punto de convertir a personajes imaginarios en seres de carne y hueso .y que para entretenerse un poco más incorpora a la autora dentro de su propia trama para interactuar con sus propios personajes y quizá relacionarse más íntimamente con alguno de ellos.
ResponderEliminarMe lo imagino...
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