Cuatro días...
¡Buenos días! Cuatro días… ¡Dios! ¡Qué nervios! Parezco
una olla exprés a puntito de silbar.
He decidido hacer una gran apuesta con la compra
de bastantes ejemplares en papel para venderlos yo directamente. He impreso
unos cuantos posters para llevarlos a bibliotecas y colegios y quiero conseguir
una cantidad de lectores importante para Rumbo
a ninguna parte.
La historia lo vale y la editorial también.
He de decir que tenía mis reservas respecto a una
editorial nueva y pequeñita, pero por suerte es maravillosa. Me miman, eso es
lo mejor. Y no sé si la novela será un éxito o se quedará atrás en las listas,
pero ahora lo importante es contar con gente que se interesa por mi trabajo y está
decidida a tirar adelante nuestro proyecto común.
Para mí el salto más importante lo conseguí el día
que entendí la importancia de ser feliz escribiendo. Fue como si de repente
toda la ilusión contenida en mi interior explosionara para mostrarme un mundo
lleno de excitantes posibilidades.
Redimensioné mis metas, cambié mi manera de ver el
futuro, encontré un aliciente importante en el trabajo y aprendí a sonreír cada
día, con la cabeza siempre llena de historias.
¡Fue mágico!
Y he llegado hasta aquí, con dos novelas editadas
con editorial y cinco en Amazon. Feliz, siempre con una sonrisa y con la
emoción de haber encontrado un género en el que me siento muy cómoda, donde
puedo utilizar el cien por cien de mi imaginación para vibrar con maravillosas
historias de amor.
Gran parte de la fuerza para cambiar así mi forma
de ver la escritura se la debo a mis queridas beta. Sin ellas no estaría aquí,
lo tengo clarísimo. Recuerdo cuando conocí a Mabel hace un poco más de cinco
años. Entonces me daba vergüenza explicar que escribía, lo mantenía en secreto,
siempre con la inseguridad propia de la falta de respuestas editoriales.
Ella fue la primera en leerme y darme la seguridad
suficiente para continuar. Le gustó El
secreto de las cuartetas y me pidió más. Le pasé La
Baraja, seguida de Oros. Era la
primera persona a la que dejaba leer algo mío fuera de la familia o de mi
agente.
En ese instante de mi vida necesitaba ese chute de
confianza. Gracias a ella abrí el blog, empecé a creer más en las posibilidades
de mis escritos y avancé hacia una nueva dimensión de la escritura.
Luego vinieron Senda, Mara y Mercè. Ellas también
fueron un soplo de aire fresco en mi vida, me mostraron el valor de la
verdadera amistad porque antes no lo tenía claro.
Parte de ellas van a ser las presentadoras de Rumbo a ninguna parte. ¡Espero el día
con emoción!
¡Feliz día! J
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