Lluvia de ideas
¡Buenos días! Ayer fue un día prodigioso a la hora
de avanzar en la escritura. Conseguí arreglar el desastroso capítulo que escribí
el miércoles de CEST y darle una vuelta a NPVST. Estoy llegando a un final
precioso, con un epílogo donde tienen cabida los párrafos escritos para la
primera versión de CDTEAT.
Lo sé, siglas, novelas, ideas y un sinfín de
historias que apenas me dejan dormir porque se empeñan en acompañarme durante
horas, sin evaporarse ni fundirse en la nada.
Estas últimas noches me despierto demasiadas veces
con ideas en la cabeza. Intento no darles vueltas para no desvelarme, pero se
empeñan en permanecer asidas a mi subconsciente para recordarme dónde se
encuentran los personajes y darme pistas para avanzar en el laberinto de las
tramas para darles consistencia e intensidad.
Hay días en los que desearía abandonar mi trabajo
remunerado para aprovechar hasta la última hora en escribir, leer, corregir
escritos antiguos y luchar por arañar un poco de cuota de mercado. Pero al
levantarme de la cama me doy cuenta de que entonces quizás mi energía sería
limitada porque mis expectativas en el mundo literario serían más amplias y me
ahogarían con toda seguridad.
Mi cabeza es complicada, está estructurada de una
manera extraña, como si pudiera compartimentarse en mil tareas a la vez sin
perder el hilo de ninguna. Es un ente individual, con vida propia, capaz de
inventar historias sin demasiada dificultad, de llevarme a un punto donde mis
sentidos se intensifican con excitación, como si una cálida exhalación se
apoderara de mi cuerpo y lo hiciera vibrar, expandirse, volar a un mundo donde las
emociones forman el laberinto de las tramas.
Adoro esta capacidad, es una parte imprescindible
de mí y me emociona compartirla con algunas personas. Poco a poco consigo abrir
mi mente a otras personas y mostrarme tal como soy, sin subterfugios para
protegerme de las diferencias palpables con la mayoría.
He tardado años en entender la magia de ser así,
en aceptar esas divergencias con mi entorno y en sonreír cada vez que me quedo
en casa con la única emoción de escribir sin parar, creando, sintiendo y
viajando con la mente a otros lugares.
Ahora no lo perdería por nada del mundo. Es mi
pasaporte a sentir, a soñar y a compartir cada pedazo de mi alma con los
personajes, sin perder ni una migaja de felicidad ni de ilusión.
¡Feliz día! J
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