Amistad en mayúscula
¡Buenos días! Parece que el tiempo se ha vuelto
loco, tan pronto regresa el frío como llueve o sale el sol. Por suerte en mi
corazón brilla la felicidad. A veces siento las embestidas de un deseo
inalcanzable y rápidamente cambio esa
actitud, porque si consigo ver la parte positiva de las cosas sonrío sin parar.
Mi conversación de ayer por la tarde con mi amiga
Mabel me hizo reflexionar. Al principio de crear mis tableros en Printerest y
los posters de Fan Art de cada novela lo hacía con las caras de los
protagonistas. Para mí es importante asociar a cada uno de los personajes a un
rostro. Pero la grandeza de las novelas es que cada uno puede imaginárselo como
le apetezca.
Por eso últimamente no busco a alguien en
concreto, solo escenas que me ayuden a darle color a la novela. Estaría bien
hacer un concurso para ver qué cara le pone cada lector a Bruno, Aurora,
Jessie, Noah, Zack, Julia, Marta, Mick, Margaret, André, Iris… ¡Hay tantas
posibilidades!
Lo bonito
de mi proceso creativo es que he entendido su importancia para sonreír.
Sumergirme en la vida de otras personas me ayuda a despejar la mente, a
centrarla, a vibrar y a descubrir la grandeza de vivir una aventura.
De niña pensaba que necesitaba compartir esta
imaginación que me asalta llenándome de sentimientos, pero el tiempo me ha
demostrado algo diferente, me ha colmado de instantes y de energía positiva al escribir.
No necesito personas a mi alrededor, mi día ideal es pasarlo dentro de las
sábanas con el ordenador, definiendo personajes y escenas que consiguen hacerme
sentir más allá de la realidad.
Pero igualmente soy feliz con las personas que me
acompañan en cada aventura. Cuando descubrí la existencia de amistades más allá
de lo corriente me di cuenta de que todo es posible. Quizás no haya mucha gente
que conozca mi mundo interior, es difícil seguir la estela de mis pensamientos,
de mis frikadas, de mi necesidad de expandir las ideas hasta convertirlas en
una historia. Pero la vida me ha concedido la posibilidad de caminar con unas
pocas amigas que me quieren como soy, me aceptan y aguantan mis instantes de
locura transitoria.
Tal como dicen ellas siempre la amistad es algo bidireccional.
Hace unos meses me reencontré con mi grupo de antaño,
cuando todavía reprimía mi necesidad de contar historias y mi verdadera forma
de sentir. Y volví a encontrarme en un lugar donde no quiero regresar jamás. Porque ahora he encontrado el equilibrio
interior y no voy a renunciar a ser feliz por pensar en lo que pudo ser y no
fue.
Prefiero seguir con mi tendencia a rescatar las
emociones positivas de cada situación y a hablar sin parar con mis amigas, con
discusiones literarias y un sinfín de instantes maravillosos. Creo que si no
las hubiera encontrado mi vida seguiría siendo una película decadente en blanco
y negro y no tendría este arco iris que la llena de color y la convierte en una
comedia emocionante.
¡Feliz día! J
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