Soñar despiertos
¡Buenos días! Parece que nunca me alcanza el
tiempo para acabar los mil proyectos que me llenan la cabeza. Ayer pasé una
tarde muy agradable con mis compañeros de trabajo y se me iluminó una bombilla
de aquellas que no debería encenderse cuando tengo un manuscrito en la cabeza.
Pero ahora creo que ya no hay vuelta atrás…
Cuando llegué a casa me puse un poco de música
mientras preparaba la cena para mis hijos, con los sentimientos a flor de piel.
Hay algunas canciones que me recuerdan irremediablemente a una escena concreta
y soy capaz incluso de llorar, reír o suspirar al escucharlas una y otra vez.
No hace falta cerrar los ojos ni estar estirada ni
en un sitio especial, solo necesito dejar vagar la imaginación mientras
canturreo en silencio, gesticulando, como si pudiera sentir cada acorde vibrar
en mi interior. Es tan fácil como conectar con la música, sentirla y permitirle
que cruce el puente entre mis dos mundos para llevarme a un lugar que únicamente
me pertenece a mí.
Hace un par de años mi manera de escribir cambió.
Aprendí que hay mil estímulos importantes para inspirarme, como la música, las
imágenes, las series, las películas, otros libros… Antes un bloqueo me llenaba
de ansiedad, ahora me concede la posibilidad de sumergirme en cualquier otra
historia para recuperar la chispa de la inspiración.
Quizás era el salto necesario para entender la
magia de la creación. La sincronía entre una escena, una foto y una canción me permite alargar la
mano y sentir como si realmente fuera parte de la novela y por unos minutos mis
protagonistas salieran de las páginas para mostrarme un mundo lleno de
excitantes posibilidades, donde la única titiritera soy yo.
De niña esta capacidad, junto con los mil
sentimientos que atesoraba, me llenaba de una manera demasiado intensa como para
entenderlo, y mucho menos sabía cómo canalizarlo hacia algo positivo. Las
historias me ahogaban, sin dejarme salir a la superficie en muchas ocasiones.
La escritura no solo es algo maravilloso y
necesario para mí, es una forma de expresión, un lugar donde moran esos
personajes que se convierten en mis amigos durante un tiempo, acompañándome a
lo largo del camino y creciendo en mi interior hasta convertirse en parte de mí.
Ojalá esta capacidad para conectar con el mundo paralelo
no desaparezca nunca, se quede conmigo y me permita seguir escuchando una
canción en bucle para escribir sin medida, darles vida a esos protagonistas que
me llenan de emociones y vibrar con cada novela.
¡Feliz día! J
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