Emociones
¡Buenos días! El calor abrasador
sigue ahogando las calles de Barcelona. Es asfixiante, pero a mí me gusta más
el calor que el frío, la niebla o la lluvia.
Ayer tuve una preciosa
conversación con una amiga. Cuando pronuncio esa palabra se me llena la boca
con una ilusión intensa, dándome cuenta de su significado, de los años
trascurridos desde que me parecía un sustantivo hueco en mi vida.
Amiga. Ufff, ese concepto se me
escapaba de joven, cuando lo único importante para mí eran esas historias que
llenaban mi cabeza de mil sensaciones, de mil ideas, de mil personas que no
conocía, pero me parecían reales.
A veces necesitaba quedarme
quieta, cerrar los ojos y respirar para ver cómo enfrentaba las emociones que
me invadían sin previo aviso. Eran como un huracán que arrasaba con mi serenidad,
como si de repente mi cuerpo fuera presa de un amasijo de sensaciones ajenas al
momento.
Tenía una empatía demasiado
arraigada con los protagonistas de las películas, series y libros que devoraba
sin recuperar el resuello, enganchada a las páginas de las novelas sin despagar
los ojos de las mágicas palabras que me engullían en un remolino de emociones.
Y a veces pensaba en ellos, en mis historias particulares, aquellas que me
inventaba cada noche antes de sucumbir al sueño, y esas sensaciones se
expandían por mi cuerpo como si fueran un veneno para mi serenidad, como si no
les importara el momento o mi realidad.
En esa época no sabía cómo
centrar esa maraña inconexa de sentimientos ni cómo encarar la necesidad de mi
mente de darles vida a las historias leídas o inventadas. Porque a veces me
detenía en medio de una clase, de una conversación, de una cena, de cualquier
instante y algo me recordaba a aquel personaje varado en una página de un libro,
de una pantalla o de mi imaginación. Y necesitaba saber qué le pasaba, materializarlo
para agarrar su mano y hacerle mil preguntas, convertirlo en mi verdadero amigo
y pasear con él por mi realidad.
Lloro con facilidad al leer o ver
películas, de emoción, de tristeza, de empatía, de felicidad. Siento cien veces
más que los demás. Me cuesta no hacerlo. Pero durante demasiados años no sabía
cómo contener ese mundo de emociones. Hasta que decidí internarme en mis mundos
paralelos, dejarlos salir en un folio de Word, formar palabras, frases y
párrafos llenos de significado, cargándolos de esa carga emocional que me
ahogaba.
Os quiero dejar la reseña que la
administradora del blog Tesorera de libros publicó ayer sobre Cada día te espero a ti (enlace). Poco a
poco la web se llena de opiniones, de reseñas, de personas que hablan acerca de
Julia y Zack, de Fort Lucas, de Swan (aixxxxx, mi Swan), del Maggi’s, de esa
historia que me arrebató el alma durante demasiado tiempo, llevándome a Texas
con mil emociones.
¡Feliz día! J
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