En busca del final perfecto
¡Buenos
días! Parece mentira cómo el tiempo complica a veces las cosas… Hay veces en
las que deseas acabar con algo y las circunstancias te obligan a alargarlo
demasiado. Supongo que es parte de la vida…
Hoy
quiero hablar acerca de algo importante para mí, la construcción de un final en
una novela, mi propensión a dar giros inesperados antes de tiempo y de quedarme
sin argumentos para continuar.
Antes
empezaba a escribir con un título, un principio y un final. El nudo se
desarrollaba a medida que avanzaba la narración y no tenía dificultades en liar
la trama y deshilarla. Cuando empecé a escribir LME me leí muchas veces las
reseñas de El Secreto de las Cuartetas
con la intención de mejorar.
En
general el libro gusta, pero en algunos casos lo tachaba de demasiado lineal y
con unos personajes secundarios con poca profundidad. Cuando hay diversas
personas que te avisan de algo, a pesar de que su crítica general sea positiva,
has de pararte a escuchar. Nadie nace enseñado y es importantísimo no dejar
nunca de aprender.
La
parte de los personajes la solucioné con un nuevo enfoque a la hora de
escribir. Bastaba con alejar de mi mente la trama durante horas para que al
retomarla necesitara situarme, y esa sensación de que faltaba explicar algo es
la que me hace profundizar en los protagonistas y los secundarios.
El
tema de la linealidad era otro percal. Si empezaba con un final claro la novela
seguía un camino claro, recto, marcado. Esa necesidad de llegar justo al lugar
donde quería rubricar el punto y final desvirtuaba la posibilidad de dar rodeos
y asombrar.
Por
eso decidí cambiar de táctica y dejar absolutamente abierto el final en mi
mente hasta que se acercara. El único problema en este caso es que las ideas
que tengo a medida que escribo las incluyo en el texto en ese momento y
entonces necesito darle vueltas otra vez a las situaciones para sorprender.
Lo
bueno es que me asombro a mí misma al idear nuevos rumbos de los personajes. Con
mi actual manuscrito, LDE, descubrí que las ideas de giros argumentales debían
incorporarse a la trama antes del final, y de repente pensé en cómo terminarlo.
Así
que ahora camino por la cuerda floja, juego a ser escritora y lectora a la vez,
cada vez que tecleo me imagino la trama y qué me gustaría a mí que me contara
el libro si solo lo leyera…
¡Feliz
día! J
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