Una boda muy especial
¡Buenos y lluviosos días!
Me despierto tarde, con resaca de sueño y de emociones, con ganas de vibrar con
las palabras y los recuerdos, con deseos de saber cuánto positivismo me traerá
el día después. Ya no tengo veinte años y mi cuerpo se resiente al salir por la
noche hasta las tantas, aunque la ocasión de ayer se lo valía.
Fui a la boda de una
compañera de trabajo que con los años se ha convertido en amiga. Yo no soy una
persona que tenga demasiadas amistades cercanas, más bien son pocas y buscadas
con esmero. Mi propensión a perderme en mis mundos imaginarios, a encontrarle
espacio a la escritura en mi día a día y a caminar hacia un lugar inaccesible
mientras escribo no ayuda a la hora de sentir hacia fuera. Por eso cuando me
unen lazos de amistad con alguien y perduran a pesar del tiempo y el espacio
esa persona ocupa un lugar privilegiado en mi corazón.
Ayer la novia era una de
esas personas que dejan huella en quien la conoce. Simpática, agradable,
solidaria, tierna y pragmática, así definiría a una novia que caminó de blanco
hacia su futuro marido con una cara radiante de felicidad. Emanaba un aura de
ilusión que nos contagió a todos.
La ceremonia civil se llenó
de parlamentos de amigos, con discursos divertidos, emotivos y maravillosos.
Luego vino el «sí, vull», los anillos, los besos y las sonrisas.
El lugar elegido para el
convite era una masía restaurada a las afueras de Manresa. Un lugar idílico,
con una era llena de mesas bajitas para sentarnos, dos barras con diversos
vinos para que cada persona decidiera qué quería beber, cava y un aperitivo
digno de un rey.
¡No me acordaba de cuánto
se comía en una boda! Llevo tres semanas de dieta absoluta y esa bacanal de
comida acabó con desatarme un dolor de barriga intenso. Pero era tan bueno lo
que nos servían… ¡Y un día es un día!
En la mesa compartí
experiencias con gente cercana y otra no tan cercana. Fue una cena amena,
agradable, con momentos mágicos y una comida a la altura del lugar. Nos
hicieron escribirles una dedicatoria a los novios, ¡soy un desastre en esos
menesteres! A mí dame un ordenador, una idea y un hilo que enredar y
desenredar, que me lanzo de cabeza, pero una dedicatoria… Puaf, ¡no hay manera
de ser original!
A la una y media nos
levantamos para empezar a bailar. Acabé haciéndolo sola en la pista, sin conocidos
que me siguieran, ¡preferían salir fuera a fumar! Pero me lo pasé genial danzando
al son de la música. En algunos momentos se sumaban amigos o conocidos y hacíamos
unas risas.
Y llegó la hora del regreso…
Me despedí de mi amiga con afecto, de verdad que estaba radiante. ¡Fue una
velada muy especial!
¡Feliz día! J
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