Una boda muy especial

11:11 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos y lluviosos días! Me despierto tarde, con resaca de sueño y de emociones, con ganas de vibrar con las palabras y los recuerdos, con deseos de saber cuánto positivismo me traerá el día después. Ya no tengo veinte años y mi cuerpo se resiente al salir por la noche hasta las tantas, aunque la ocasión de ayer se lo valía.
Fui a la boda de una compañera de trabajo que con los años se ha convertido en amiga. Yo no soy una persona que tenga demasiadas amistades cercanas, más bien son pocas y buscadas con esmero. Mi propensión a perderme en mis mundos imaginarios, a encontrarle espacio a la escritura en mi día a día y a caminar hacia un lugar inaccesible mientras escribo no ayuda a la hora de sentir hacia fuera. Por eso cuando me unen lazos de amistad con alguien y perduran a pesar del tiempo y el espacio esa persona ocupa un lugar privilegiado en mi corazón.
Ayer la novia era una de esas personas que dejan huella en quien la conoce. Simpática, agradable, solidaria, tierna y pragmática, así definiría a una novia que caminó de blanco hacia su futuro marido con una cara radiante de felicidad. Emanaba un aura de ilusión que nos contagió a todos.
La ceremonia civil se llenó de parlamentos de amigos, con discursos divertidos, emotivos y maravillosos. Luego vino el «sí, vull», los anillos, los besos y las sonrisas.
El lugar elegido para el convite era una masía restaurada a las afueras de Manresa. Un lugar idílico, con una era llena de mesas bajitas para sentarnos, dos barras con diversos vinos para que cada persona decidiera qué quería beber, cava y un aperitivo digno de un rey.
¡No me acordaba de cuánto se comía en una boda! Llevo tres semanas de dieta absoluta y esa bacanal de comida acabó con desatarme un dolor de barriga intenso. Pero era tan bueno lo que nos servían… ¡Y un día es un día!
En la mesa compartí experiencias con gente cercana y otra no tan cercana. Fue una cena amena, agradable, con momentos mágicos y una comida a la altura del lugar. Nos hicieron escribirles una dedicatoria a los novios, ¡soy un desastre en esos menesteres! A mí dame un ordenador, una idea y un hilo que enredar y desenredar, que me lanzo de cabeza, pero una dedicatoria… Puaf, ¡no hay manera de ser original!
A la una y media nos levantamos para empezar a bailar. Acabé haciéndolo sola en la pista, sin conocidos que me siguieran, ¡preferían salir fuera a fumar! Pero me lo pasé genial danzando al son de la música. En algunos momentos se sumaban amigos o conocidos y hacíamos unas risas.
Y llegó la hora del regreso… Me despedí de mi amiga con afecto, de verdad que estaba radiante. ¡Fue una velada muy especial!
¡Feliz día! J

You Might Also Like

0 comentarios: