Vibrar con la escritura
¡Buenos
días! Desde mi ventana del salón se percibe una luz brillante de finales de
agosto, con un sol espléndido que luce en el cielo y nos regala una sonrisa
matutina. ¡Con sus rayos acariciando la acera mi vida es intensa!
Soy
una mujer de sol, no me gusta la lluvia ni los días grises, me apagan y a veces
hasta me deprimo cuando llevo varios días sin recibir mi dosis de luz y color.
La
casa duerme tras una noche agitada… A las tres en punto de la noche el
interfono de mi casa se ha puesto a sonar cada quince minutos, despertándonos
cada vez. Mi marido se ha levantado en cuatro ocasiones y ha salido a la
portería en pijama para pescar al desalmado que nos destrozaba el sueño, pero
no había nadie a quien increpar. Al final se me ocurrido una solución: descolgar
el interfono, a ver si funcionaba igual que el teléfono y nos dejaban dormir en
paz. ¡Y ha resultado un acierto!
Después
de una hora y pico de agobio con el maldito interfono los sonidos de la noche
han regresado para sumirme en un sueño extraño, de aquellos en los que mi mente
teje una historia a partir de una pequeña chispa. Me he visto en otra casa, con
otra familia, con una insistente llamada en el interfono que me traía noticias
inquietantes…
Ayer
una lectora me preguntaba en un mail de dónde saco las ideas para construir
tramas tan enrevesadas. En realidad es algo que no me cuesta, un día tengo una
pequeña inspiración y veo un principio y un título en algún lugar inverosímil.
Es la centella que enciende mi fuego creativo, una que aparece sin más y se
instaura en mi interior con deseos de crecer.
Una
vez tengo escrito ese comienzo mi mente hiperactiva camina por los sinuosos
mundos de las tramas y las subtramas, creando un laberinto de historias que dan
color a la narración. Es un proceso rápido y sencillo, algo que surge cuando me
siento frente a la pantalla del ordenador, me sitúo en mi última escena y
permito que las palabras fluyan.
Nunca
utilizo esquemas ni fichas de personajes ni nada parecido, lo que me gusta de
crear una historia es esa sensación en el estómago que me impulsa a tirar hacia
delante el manuscrito sin mirar nunca atrás. Y es mi cabeza quien hilvana cada
instante, muchas veces sorprendiéndome a mí misma.
Si
tuviera tiempo escribiría a todas horas, pero incluso sin él este año voy por
la tercera novela… El truco está en aprovechar cada segundo que tengo para
teclear y sacarle jugo a las ideas, permitir que la trama se instaure en mi
mente y se escriba prácticamente sola. Es una sensación intensa, los personajes
vibran en mi interior y ocupan un pequeño espacio en mi día a día que crece a
medida que se acerca el desenlace.
Ahora
que he perdido la obsesión de publicar disfruto de esa capacidad innata de
crear mundos paralelos en el papel, de sentirlos, de viajar con la mente a
lugares inexplorados, de descubrir cómo se desmadeja el lío que armo el
principio de la novela… Es como leer un libro que te absorbe, pero con la
facultad de cambiar el final o el desarrollo.
Estoy
en un momento de mi vida en el que entiendo que quizás nunca alcanzaré mis
sueños, por eso no mando la novela a la agencia ni me agobio al pensar en los
días de espera que se sucederán después. Prefiero vivir con la emoción de crear
y no preocuparme por nada más.
¡Feliz
día! J
Y es así que se llega...
ResponderEliminarBueno, como mínimo no agobia el esperar a que llegue... :-)
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