Fuerza de voluntad
¡Buenos
días! El sol acaricia el suelo de mi terraza con sus rayos dorados, hace calor,
las hojas de los árboles apenas se mueven y presiento que hoy será un día de
sofoco. Mi casa duerme, en unos minutos despertará y se llenará de ruidos,
palabras nerviosas, prisas matinales…
Recuerdo
que cuando era pequeña siempre me decían que era una niña voluntariosa. Esa
frase la escuchaba constantemente de labios de profesores y adultos. Muchas
veces me los quedaba mirando con una sonrisa mientras pensaba a qué se
referían, para mí lo importante entonces era vencer mis dificultades con la dislexia,
dirigir mi vida hacia la escritura y superar los cursos.
Quizás
se referían a mi manera de encarar los retos y no desviarme nunca de la línea
trazada, como si cada peldaño en la etapa madurativa fuera un escollo hacia una meta alta y escarpada. Las
profesoras solían decirme que me olvidara de escribir, que lo mío eran las
matemáticas. Muchas veces me suspendían las asignaturas en verano por faltas y
no por contenido y yo reaccionaba con decisión, les decía que sí podía hacerlo
mejor y trabajaba duro para fijarme más en la escritura.
Nunca
he sido de las que se rinden, normalmente lucho hasta el final con las armas
que tengo al alcance, y si no son suficientes invento unas nuevas. Me siguen
diciendo que tengo mucha fuerza de voluntad, cuando me propongo algo tangible
suelo seguir mis directrices hasta lograrlo. El año pasado bajé diez quilos en
dos meses y ahora ya he perdido uno y medio de los dos que cogí en verano…
Vale,
soy voluntariosa, a veces incluso demasiado, pero hay cosas que por mucho
empeño y esfuerzo que les ponga no dependen de mí ni de mi ímpetu a la hora de
intentarlo. Me repitieron hasta la saciedad que jamás conseguiría escribir bien
y gracias a mis años de lectura desenfrenada, estudio de la gramática, la ortografía
y el estilo de los libros ahora estoy con mi décima novela. Me ha costado mucho
tiempo, pero al fin parece que ya tengo un buen estilo narrativo.
Hasta
ahí llega mi fuerza de voluntad, se cierra el círculo. Ya puedo escribir tres
novelas al año, ponerles empeño, ilusión y ganas, soñar despierta en dedicarme
únicamente a la literatura y desear lo imposible, que ahora el resto ya no
depende de mí. Por eso no envío LME a la agencia, parece que si permanece en el
ordenador no esperaré que alguien piense que vale la pena difundir mi trabajo…
Cuando
esté preparada para asumir la espera sin agobios la mandaré, mientras tanto
seguiré con la emoción de escribir para deshojar las ideas que acuden a mi mente y disfrutaré de cada párrafo.
¡Feliz
día! J
En octubre me la dejas que ya la envío yo. Así te ahorras la espera, o sea, esperas pero sin saber que lo haces '_^
ResponderEliminarJajajajaja, espero mandarla antes... :-)
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