Un mes después...
¡Buenos
días! Sol, cielo despejado, ilusión… Llega el miércoles y nos sumergimos en la
mitad de la semana. ¡Me encanta cuando el día se levanta así de azul! Parece
que me sonría.
Ayer
se cumplió un mes desde que inicié la escritura de LDE. A veces las ideas te
vienen a la cabeza sin más, es como si quisieran aparecer de repente para
llevarte a un lugar lejano donde los personajes cobran vida.
El
diecisiete de agosto estaba de vacaciones en la Cerdaña. Me fui a caminar por
la mañana, cogí el sendero que recorre en pequeño monte entre Estavar y Llívia.
Fui sola, mi marido se quedó en casa y mis hijos estaban por ahí con sus amigos
de veraneo.
Desde
que había llegado de México no había tocado el ordenador, LME ya estaba
corregida y no tenía nada interesante que contarle a la hoja del Word. Bueno,
intentaba avanzar en F., una novela que empecé hace meses y dejé a medias.
La
campiña está preciosa en verano, las flores crecen libres, los colores verdosos
contrastan con su explosión de color, los árboles se llenan con esplendor y el
silencio que se respira es mágico.
Mientras
avanzaba por el camino de arena, lleno de charcos que evidenciaban las últimas
lluvias, se me ocurrió una idea. Fue un flash,
como si mi cabeza se internara en la mente de un hombre que desea alcanzar
algo. Y escribí un primer capítulo mentalmente, con aquellas cosquillas en el
estómago que me acompañan cuando creo tramas.
A
mitad de camino ya sabía que ese primer capítulo iba a tomar forma en mi
ordenador para iniciar una novela. Tenía garra y me motivaba muchísimo. ¡Por
fin había conseguido hablar desde la voz de un hombre! Solo me faltaba el título…
Me
gusta escribir una novela con el título en la primera página, me da la
seguridad de que vale la pena y fuerzas para no decaer en los momentos
importantes. Últimamente también fecho el escrito con el día de inicio para
contar realmente el tiempo invertido. No tardé en encontrar las palabras
perfectas para rotular mi nueva novela…
Aquel
primer día llegué a casa un par de horas después y dejé que las ideas tomaran
posesión del folio, ramificándose hasta dar sentido a las partes oscuras de la
narración. Como siempre las palabras no salieron igual que en mi caminata, pero
su esencia era la misma.
Ahora
recorro el camino de LDE con muchísima ilusión. Un mes después es una novela de
sesenta y nueve folios, cuarenta mil doscientas dos palabras y treinta y un
capítulos…
¡Feliz
día! J
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