La música
¡Buenos días! Domingo… Hoy
Alberto da clase de baile a las once de la mañana y yo no me lo pierdo por nada
del mundo. ¡Me encanta bailar! Ya lo sé, me repito, pero es que me merece tanto
la pena esforzarme por mejorar, seguir la música, sonreír a cada paso.
Ayer salí de compras y me
quedé compuesta y sin zapatos. Jajajajajaja, se me iban los ojos con los que no
debía comprarme… Por la tarde me fui al cine con mi marido a ver Una Cuestión de Tiempo. Es una comedia
romántica que me encantó. Reí, lloré y me emocioné con una historia que te hace
pensar. No es la típica película ñoña que no te cuenta nada, tiene un mensaje
precioso que me dejó buen sabor de boca.
Hoy es el cumpleaños de mi
padre, es una pasada lo bien que está por su edad y lo joven que lo siento.
Todavía ofrece conciertos con su guitarra y su voz, con el magnífico Marco
Rossi, ex componente del grupo los Mustangs.
Forman un dúo increíble, con un repertorio de canciones de los años
sesenta que emocionan.
La edad es una cuestión de
espíritu, si pasas de sesenta y cinco y eres capaz de estar ágil, de dedicarte
a tus hobbies, de perseguir tus
sueños y de no perder las horas sentado en el sofá tu vida tiene una dimensión
increíble.
Para mi padre la música es
una de las aficiones más importantes en su vida, se pasa horas en su estudio
preparando canciones, mezclando las bases para que suenen perfectas,
encontrando el tono. Y los miércoles le da clases de guitarra a mi niña, ¡tengo
unas ganas de escucharlos!
Supongo que mi afinidad con
el baile se extrae de esa inclinación natural de mi padre a querer la música.
Yo de pequeña me pasaba las tardes cantando a viva voz y bailando frente a un
espejo enorme que teníamos en el salón de mi casa…
Ahora bailo de manera más
ordenada, al lado derecho del profesor que toque y con una sonrisa. Aunque a
veces, cuando me equivoco, me enfado conmigo misma, sobre todo cuando bailo con
Alberto. Los pasos esconden algo mágico, una ruptura con mis pensamientos, una
unión con la música y una liberación.
La libertad para no pensar
en otra cosa que no sean los pasos es maravillosa, te aleja de los agobios
diarios, del estrés, de las penas y las redimensiona. Cuando salgo de la clase
me siento renovada, con una fuerza inmensa para sonreír y ver el vaso medio
lleno.
Es curioso, al releer mis
antiguas novelas me doy cuenta de que ahora escribo completamente distinto, que
profundizo más en algunas cuestiones y que ya no pienso en tramas tan
complicadas. Quizás en un futuro me decida a darle unas vueltas más a cada una
de esas novelas, incluso es posible que prosiga con la serie El Pentáculo…
Tengo mil proyectos, pero
mi cabeza va por libre y mientras termina los treinta folios que me quedan de
LDE ya le da vueltas a una idea que me encanta… No sé, quizás cuando ponga el
punto y final dejaré en la estratosfera del ordenador esos manuscritos que
quería revisar y me lanzaré a esta nueva aventura que cada día tiene más
entidad… ¡El tiempo dirá!
¡Feliz día! J
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