¿Y ahora qué?
¡Buenos días! Hoy el cambio de hora me ha cogido
desprevenida… Grrrrr, cuando me he dado cuenta ya estaba tomando mi café
matutino y ya no podía volver a la cama a dormir una hora más… Así que aquí me
tenéis, escribiendo a las ocho de la mañana de un domingo…
Ayer fue un gran día, de aquellos que me
demuestran que quiero escribir porque me encanta. Me pasé la mañana metida
dentro de la cama, como estoy ahora, tecleando. Al principio me costó un rato
encontrar esa inspiración que debía llevarme a un punto álgido de LDE, pero de
repente explosionó y empecé a aporrear las teclas a una velocidad increíble. A
las dos menos cuarto mi madre me llamó y yo seguía en pijama, únicamente
dedicada a mis mundos paralelos.
En ese momento me di cuenta de que no estoy sola
y me levanté, me duché, hice la cama, fui a por pan, preparé la comida… La
novela estaba a tres capítulos del final, en un punto crítico. Tenía ganas de
darle un toque interesante, de continuar, de llevar a los personajes al lugar
que les corresponde, pero también sentía la nostalgia del fin, esa que me lleva
a preguntare: ¿y ahora qué?
Supongo que es algo común a los escritores,
sentimientos encontrados que te asaltan y te inquietan. Sabía que si me sentaba
frente al ordenador terminaría, que pondría ese punto y final que me produce
una mezcla de euforia y pena.
Lo pensé detenidamente, no había salido de casa
y necesitaba unos zapatos que no fueran de tacón y algo de ropa. Decidí coger
la moto e irme de compras yo sola, evidentemente mis hijos no querían saber
nada de acompañarme.
Para obligarme a elegir unos zapatos planos me
llevé puestas las manoletinas antiguas que estaban medio rotas. Entré en una
tienda dispuesta a conseguir la mitad del botín, por suerte encontré unas
manoletinas que me gustaron… Aunque las compré baratas por si me arrepentía…
Al salir de la tienda me paré frente a una
papelera y tiré los zapatos rotos para estrenar los nuevos. Es maravilloso
estrenar algo… En la segunda tienda, mientras me probaba camisetas, decidí
cambiarme el pantalón, así que salí del probador con mis vaqueros nuevos y los
antiguos en la bolsa. Jajajaja, nunca antes había hecho algo así.
En casa me esperaban mis hijos con sus amigos,
así que me senté en el sofá, abrí el ordenador y enfilé la recta final de LDE.
A las siete tenía la clase de baile de Halloween, una muy divertida en la que
nos disfrazamos y bailamos durante una hora y media.
Ufffffffffff, me quedé a un folio y medio del
final. Me levanté del sofá un poco mosca, con las ideas bullendo con fiereza en
mi interior, pero si seguía con la novela no llegaba a clase. ¡Y no quería perdérmela!
Esta mañana, antes de la clase de las once,
quiero poner ese punto y final que está ahí, esperando a que lo rubrique. Y me
iré a bailar con una sonrisa agridulce, pensando, ¿y ahora qué? Tengo una idea
para una nueva novela, he de corregir algunas antiguas, darle una vuelta a esta…
Tengo la sensación de que no escribo suficiente,
aunque la verdad es que estoy a punto de terminar el tercer manuscrito en diez
meses…
¡Feliz día! J
Yo siempre he salido de la tienda con lo comprado puesto... cuando se ha podido, claro :-)
ResponderEliminar¿Qué no escribes lo suficiente? jajajaja
(Sigo leyéndote cada día, pero las circunstancias me impiden comentar... aunque solo sea el FELIZ día, pero sabes que te lo deseo cada día :-))
Sé que estás ahí cada día... ¡Un besazo Pilar!
EliminarBueno, supongo que sí escribo ¿no?