Se terminó la semana...
¡Buenos
días! El viernes pone el punto y final a una semana cargada de novedades y
momentos estresantes. Estoy cansada, tengo una necesidad extrema de no hacer
nada durante un par de días y quiero recuperar la sonrisa que ayer y hoy se ha
quedado en un limbo lejano e inalcanzable.
Cuando
existe una gran brecha entre tu vocación y tu realidad profesional has de
encontrar la manera de convertir las debilidades en fuerzas. Quizás mi
naturaleza temperamental a veces me juega malas pasadas, y exploto cuando no
debería, pero mi tendencia a no dejar cabos sueltos al final del día choca a
veces con la impotencia de saber que hay algo que se encalla.
Vale,
debo volver a la terapia Zen y dejar atrás esa inclinación natural a tenerlo
todo bajo control. Y si al final de la semana quedan tareas pendientes, pues
mala suerte. Jajajajajaja, eso no me lo creo ni yo, si hoy termino sin acabar
el maldito Business plan me voy a ir enfadada conmigo misma…
Aunque
la idea del Zen, perdida en una isla desierta con mi ordenador como única
compañía me acompaña cada noche… ¡Qué bonito suena! Escribir, pasear, bañarme
en el mar y bailar (¡a eso no renuncio!).
¿Qué
haría yo sin mi horario lleno de actividades? Creo que acabaría con una depre
de caballo, así que recapitulo y dejo la isla para alguna protagonista mía que
desee tranquilidad y me enfrento a la realidad.
Esta
semana me ha reportado nuevas revelaciones y una decisión que me llena de
ilusión. No sé qué me deparará ese sí, pero tengo una intuición positiva en ese
sentido. A veces, cuando alguien a quien considero cercano inicia una aventura
deseo acompañarle y ayudarle al máximo, ofreciéndole apoyo y sonrisas.
Ya
empiezo a sonreír… Ayer terminé el día con una apoteósica clase de baile con
Alberto, ¡fue perfecta! La mejor terapia es dejarse llevar por la música y
contar los pasos. Me encanta ver cómo la mayoría de las alumnas seguimos al
profesor bien coordinadas y las alegrías que desprenden nuestros cuerpos al
moverse.
Quizás
hacer cinco horas de baile a la semana es exagerado, pero libera endorfinas y
me ayuda a olvidarme de los pequeños problemas diarios durante una hora y
cuando salgo, completamente extenuada, descubro que ya no me agobian tanto…
Mi
sonrisa ahora es intensa…
¡Feliz día! J
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