Llegó el viernes…
¡Buenos
días! Llegó el viernes… Siempre empiezo la entrada igual el último día
laborable de la semana. ¡Qué ilusión! Tendré dos días para mí, aunque este fin
de semana será un poco triste, mi marido embarca en unas horas en un avión con
destino a China y a mí no me hace ninguna ilusión quedarme solita…
La
vida es así, cada seis meses hay un viaje a China y cada seis meses pienso que
debería atarlo a la pata de la cama… Jajajajaja, la mayoría de mujeres con las
que hablo les parece una idea maravillosa quedarse unos días sin marido… Pero
mi caso es distinto, a mí me gusta llegar por la noche a casa y hablar con él
del día, del futuro, de nuestros hijos…
Suerte
que este fin de semana tengo clases de baile… El sábado de siete a nueve de la
tarde con Fran y el domingo de once a doce de la mañana con Alberto. ¡Es un
gran plan! Bailar y escribir.
Me
he propuesto terminar LDE en breve, a ver si este fin de semana sin demasiadas
ataduras puedo darle un achuchón y dejarla lista para sentencia. ¡Qué nervios!
Cuando llego a este punto y la culminación de la historia está clara en mi cabeza
me da muchísimo miedo no ser capaz de transmitir en palabras lo que mi mente
teje.
Hoy
me he calzado unos tacones. No son de palmo ni demasiado estrechos como para
importunarme. Sirven para reafirmar que piso en un suelo firme y ya no me
tambaleo entre arenas movedizas. En breve tendré una nueva visión del futuro,
aunque no cambie gran cosa, será un giro genial de los acontecimientos.
Ahora
mi cabeza está inmersa en una serie de mejoras que quiero introducir en LMR,
una novela que terminé en verano y que no puedo dejar como está. Al pensar en
esta novela me viene una canción a la cabeza: «y no estaba muerto, no, no, y no
estaba muerto, no, no, estaba tomando cañas…».
¡Es mejor tomarse la vida a risa! A veces la
letra de una canción puede enmarcar a la perfección un argumento o el inicio de
una trama… Aunque solo sean unas estrofas las que la ilustren y el resto no
sirva… Está claro que si alguna vez presento esta novela tendrá que ser con el
estribillo de Peret.
Ayer
fue un día un poco gris. La auditoría fue bien, aunque cansada, y todavía me
queda terminarla el jueves que viene… Suerte que por la noche me fui a la clase
de Alberto y reí durante una hora. Y es que si me tomo la clase de baile con
humor llego a casa súper contenta y los problemas del día se desvanecen…
En
casa tenía una sorpresa agradable… Y el ciberespacio queda mi decisión al
respecto. Ahora estoy a la espera de acontecimientos…
¡Feliz
día! J
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