Un granito de arena
¡Buenos días! Hoy me
levanto un poco nerviosa, tengo una auditoría parcial de las seis entidades que
gestiono y muchas horas por delante para trabajar sin descanso. Me parece
genial que me auditen las cuentas personas externas, así compruebo que mi gestión
es correcta, pero es un trasiego preparar papeles, notas, impuestos…
Por otro lado me falta
recibir un correo importante para zanjar uno de los asuntos pendientes y tarda
un poquito en llegar. Bueno, la paciencia no es mi fuerte, y en este caso no
puedo hacer otra cosa que esperar, como siempre…
Ayer escribí dos capítulos y medio de LDE,
ahora que tengo claro el final avanzo a pasos agigantados. Es agradable
descubrir las motivaciones de cada personaje para comportarse como lo hace y
saber que en el fondo incluso los malos tienen un corazón.
Me encanta esa sensación de
encontrar los caminos que se cruzan, de darles vida a las emociones, de hacer
que las tramas confluyan en un único punto donde todo termina envuelto en un
clima de tensión. Y en el fondo lo que ahora me importa es el interior de cada
persona que conforma la historia, saber qué piensan, qué sienten y por qué
actúan de una manera determinada.
Es posible que los años de
dolor frente al ordenador ahora explosionen en forma de una visión distinta de
las novelas. Mi introspección personal traspasa las fronteras del mundo real
para contagiar al paralelo y dota a mis compañeros de viaje de profundidad.
Buscar la razón de que uno
sea como es más allá de su propia personalidad, indagar en las huellas de su
pasado y moldearlo de una forma concreta requiere encontrar la senda de su paso
por el mundo. Nunca he necesitado esquemas previos ni fichas de personajes ni
nada por el estilo, ellos están dentro de mi cabeza, hablan a través de las
palabras impresas, se expresan en los diálogos y me enseñan cómo evolucionan.
Supongo que la madurez
alcanzada en cuanto a mi futuro, el entendimiento de que quizás ese sueño
infantil de tocar la luna con mis manos nunca llegará a producirse, me dan una
tranquilidad y un sosiego que se transmiten a los escritos.
Ahora mis novelas son para
mí, para expresar lo que siento, para plasmar en el folio mis desvelos e
imaginaciones. Ya no me importa tener un gran público ni gustar ni encontrar un
reconocimiento a mi labor, aunque no le haría ascos si pasara…
Pisar sobre un suelo
cimentado me ayuda a ver la realidad. Soy un granito de arena que ahora por
ahora no consigue llenar la playa, por eso espero que un giro en mi historia
pueda regalarme un poquito de aire puro. Veremos si las cosas no se tuercen, si
puedo caminar realmente por un nuevo sendero donde los colores son más
intensos. O si vuelvo al bucle de antes…
De momento me toca trabajar
duro, superar la auditoría, seguir luchando para sonreír cada día y vivir con
alegría cada instante. Supongo que el Cosmos me ayudará a encontrar un futuro
lleno de felicidad…
¡Feliz día! J
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