¿A qué huelen las ilusiones?
¡Buenos
días! El sol continúa luciendo en un cielo impoluto, de aquellos que tanto me
ilusionan. Despertarse por la mañana y descubrir el giño alegre de los rayos de
sol acariciando mi terraza me arranca una sonrisa radiante. ¡Qué bonito caminar
por la vida con esa sensación de paz!
Hay
tantas cosas que me gustaría hacer, tengo tantísimos proyectos esperando en la
recámara que a veces me da un miedo atroz saltar al vacío y caer de espaldas…
Mi peor enemigo es el recuerdo de los días encadenados en los que únicamente
anhelaba sin tocar la sombra de mis aspiraciones.
¿A
qué huelen las ilusiones? ¿Qué despiertan en nuestro interior? No es fácil
etiquetar las emociones ni darles el color adecuado para definir un estado
anímico, simplemente se llenan de reacciones físicas, de sonrisas o lágrimas,
de palabras atropelladas.
Mis
ilusiones huelen a lavanda fresca, a mi perfume preferido, Parisienne de Yves Saint Laurent, a la hierba recién cortada, a
libros en una presentación imaginaria de una novela mía, a personas en la cola
con sonrisas inolvidables, a los aromas de la ducha recién estrenada mientras
tecleo con fiereza en el ordenador…
Hay
momentos en los que se convierten en pequeños cuchillos que perforan mi
capacidad de sonreír… Entonces huelen a las horas de espera, de deseo, de
ansiedad y se convierten en un sinfín de hedores que me obligan a arrugar la
nariz.
Cada
una de mis novelas tiene un olor característico, un aroma que me lleva al mar,
a las montañas, a un pueblo costero, a uno de interior… Hay momentos en los que
se llenan de los perfumes de la tierra en un mercado o de las viñas en un vino
o del mar en una lonja…
Los
personajes tienen su propia esencia, una que se adapta a su personalidad.
Respirar esas fragancias me ayuda a componer un cúmulo de sensaciones, a
caminar por un sendero con recovecos que se enfila hacia un final intenso.
Esta
mañana la casa huele a café recién hecho, a tostadas de pan con tomate
preparadas con mimo, a un poquito de queso para acompañarlas. Y en unas horas
el día se llenará con la brisa que entra a través de la ventana del despacho,
el olor a la tinta de la impresora, a mi Rooibos de vainilla, al café de media
mañana...
Mis
esperanzas ahora son como un ramo de rosas que espera en un jarrón lleno de
agua a que sus pétalos se abran. Espero que lo hagan pronto y que llenen mi
interior con una explosión inmensa de color…
¡Feliz
día! J
Precioso artículo, Pat. Destaco estas líneas "Mis ilusiones huelen a lavanda fresca, a mi perfume preferido, Parisienne de Yves Saint Laurent, a la hierba recién cortada, a libros en una presentación imaginaria de una novela mía, a personas en la cola con sonrisas inolvidables, a los aromas de la ducha recién estrenada mientras tecleo con fiereza en el ordenador…"
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo, Pilar. ¡Gracias por pasarte por aquí!
EliminarPat, a ver si me envías un pack de ilusiones y esperanza, que ahora son un valor escaso. Veo el mundo en negro y eso es bastante molesto.
ResponderEliminarUn abrazo. Me ha gustado ese lado de prosa poética.
Hola Igor, te mando un quilo de esas esperanzas que necesitas. Sé que a veces nos cuesta ver la parte positiva de las cosas, pero piensa que siempre están ahí. ¡Un beso! :-)
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