Gimnasia cerebral
¡Buenos días! Ayer fue una
jornada complicada, aunque por suerte era viernes y las horas pasaron como una
exhalación. He conseguido madurar a los cuarenta en el tema literario, pero
todavía me queda camino por recorrer en otras facetas de mi vida.
Debería sentarme a
recapacitar y poner cada punto en su lugar, de manera que me fustigue
únicamente por mis errores y no acabe asumiendo el cien por cien de la culpa.
Ufffffff, es fácil decirlo, pero con una cabeza como la mía, que no para de
darle vueltas y más vueltas a las cosas, es complicado encontrar ese sendero
perfecto que ubica cada acto en su sitio justo.
Ahora toca apechugar con
las consecuencias y encararlas con dignidad. Pero no quiero hablar de cosas
tristes, es fin de semana, hace un día horrible, un frío glacial y he dormido
fatal, pero sonrío. Dos días de descanso, de escritura, de empezar a leer unas
novelas que me hacen muchísima ilusión, de no pensar (jejejejeje, eso no me lo
creo ni yo), de bailar…
Por suerte esta tarde hay una clase de Fran,
una de aquellas en las que nos disfrazamos y bailamos al son de una música
concreta. Hoy toca rockstarts. Estoy
segura de que la música será de mi época discotequera y que me lo pasaré
genial. Aunque he de confesar que a mí eso de disfrazarme no me encanta…
Y mañana a las once hay Free Style con Alberto. Gimnasia
cerebral en toda regla, de aquella que te hace desconectar del ahora para
contar tiempos de ocho con la coreografía en la cabeza. Cuanto más difíciles
son los pasos, más concentración requieren y más paro mi engranaje cerebral de
pensamientos.
Ayer no fui a Zumba. No me
gusta demasiado esa clase y siempre encuentro escusas para no ir. Esta vez
sencillamente decidí quedarme en casa, con el ordenador en el regazo,
escribiendo. Conseguí desatascar un capítulo de LUE y corregir algunas cosas de
LMR que mis compañeros lectores me mencionaron.
A veces me pregunto por qué
me empeño en quedarme horas enteras aporreando las teclas y no aprovecho para
ir a pasear, a comprar, a tomar algo con mis amigas… Mi única ilusión en las
horas libres es construir historias que acaban en mi disco duro…
No hay una respuesta
coherente a esa pregunta ni tampoco es del todo cierto que no hago otras cosas.
Cocino algunas veces, paseo otras, compro cuando es necesario, bailo, juego al
Candy Crush y pronto empezaré a esquiar.
Necesito la escritura, es
otra de mis gimnasias mentales, una que aleja los nubarrones durante horas y me
mantiene enganchada a esas historias que mi mente me regala. Es maravilloso
permitirle guiarme en cada estadio de la trama, incluso en aquellos finales
inesperados que de repente aparecen como la única solución viable a un manuscrito.
Y sí,
en mi mundo ideal me dedicaría únicamente a escribir, leer y crear historias.
Sin embargo la vida real te exige que ingreses un dinero cada mes, que seas
competente en tu trabajo y que asumas las responsabilidades que te has impuesto
a lo largo de los años. Por lo tanto es importantísimo cuidar tu faceta
laboral.
No sé qué pasará el lunes,
pero ahora no quiero preguntármelo. Lo que tenga que ser, será y entonces ya me
preocuparé… De momento tengo un desayuno con una amiga y horas de escritura por
delante…
¡Feliz día! J
Tú sabes aprovechar cada uno de los 86.400 segundos que tiene el día. ¡Mis felicitaciones!
ResponderEliminarJajajaja, ¡gracias Francisco!
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