Hablar en voz alta...
¡Buenos días! Hoy el
protagonista es sin duda el viento que arrastra las hojas de mi terraza y ulula
en el exterior con tanta fiereza que se escucha más que las teclas de mi
ordenador. Es una mañana luminosa, con el sol a punto de llenarnos de ilusión.
Ayer me preguntaron algo
interesante que muchas veces se me pasa por la cabeza, pero en lo que decido no
profundizar. ¿Qué pasa cuando hablas en voz alta en el blog y te lee gente cercana? Supongo que si procesara la respuesta
dejaría de colgar entradas cada mañana y me dedicaría a escribirlas a la sombra
del ordenador.
Realmente este rinconcito de
la bloggosfera es donde las palabras
encuentran la senda para dibujar un pequeño decálogo de mi día a día, es como
aquel diario personal que todos tuvimos alguna vez de pequeños y que guardábamos
celosamente en un cajón cerrado con llave.
Quizás es cierto que en el
diario puedes darle nombres y apellidos a cada una de las situaciones que
describes, evidentemente en un lugar público como Internet no se puede contar
todo. Normalmente permito que sean los sentimientos los que hablen y los que
encuentren cabida en los posts. Es
una manera de expresarme sin ahondar en la cuestión principal.
Si me paro a pensar en
quién está detrás de la pantalla, leyendo mis letras, a veces se me suben los
colores. Es lo mismo que si escribo sobre algún tema escabroso en las novelas o
intento plasmar instantes demasiado subidos de tono.
El truco está en no pensar,
en avanzar sin detenerse, en hilvanar las tramas con naturalidad y en compartir
con vosotros solo un trocito de mi alma, sin desnudar del todo mis pensamientos
ni mis momentos. Guardarse el nudo principal de mi historia es parte de la
gracia de escribirla a trocitos, es como si os ofreciera solo la parte anímica…
Ayer envié una carta que
para mí significa una nueva etapa. Espero que sea productiva, que me traiga
muchísimas buenas noticias y que augure un futuro brillante para varias
personas a las que siento cerca. A veces es más emocionante tocar el cielo
acompañado que hacerlo en soledad.
Estos años de presencia en
la red me han ayudado a conocer a gente maravillosa que piensa, siente y se
emociona como yo. Es magnífico saber que no eres un bicho raro y que realmente
hay personas con tu misma capacidad para vivir en sus mundos paralelos.
En muchos momentos soy
consciente de que vivir con una persona con demasiadas cosas en la cabeza no es
fácil. ¡Si no que se lo digan a mis compañeros de trabajo! Salto de una idea a
otra con demasiada rapidez y hay momentos en los que nadie me sigue. Bueno,
para ser sincera os diré que S. Me acostumbra a entender…
Ahora mismo voy a colgar
estas líneas, a darles un título y a vestirme para ir a una magnífica y
vigorizante clase de baile con Alberto. ¡Qué planazo!
¡Feliz día! J
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